“El liderazgo se va dando en el andar cada día, en el ir haciendo, en la juntanza, con todo lo que uno hace”.
En efecto, María Elsa Zapata Díaz, ha sido y crecido como lideresa participando de todos los espacios en los que tiene alguna oportunidad para defender los derechos y las libertades de los demás. Es oriunda de Puerto Tejada, Norte del Cauca y es la hija del medio de una familia grande. Ha participado, desde muy joven, de espacios políticos como la junta de acción comunal. “Me postulé para presidenta a los 13 años y el señor que llevaba yo no sé cuántos periodos siendo presidente estaba como ofendido que una mujer tan joven se le enfrentara”.
Encasillar el trabajo de María Elsa en un área específica es, no solo muy difícil, sino un ejercicio vano por las múltiples actividades que desarrolla. En su adolescencia, comenzó a participar en los espacios de la junta de acción comunal con su mamá, quien también era lideresa; además, estaba en distintos comités del colegio en el que cursaba el bachillerato; organizaba siembras de árboles y limpias en el municipio con otros y otras jóvenes; y le enseñaba a leer y escribir a niños y niñas habitantes de calle — luego se enteró de que eso se llama hacer escuela itinerante —. Ahora, en etapas más adultas, lidera procesos con mujeres; procesos para la implementación con enfoque territorial y de género del Acuerdo de Paz; promueve la protección de la diversidad étnica; dirige una escuela de música e, incluso, tiene un restaurante o — como ella le llama — un laboratorio culinario en donde rescata las recetas tradicionales.
Sus múltiples actividades, aquí y allá, tienen un objetivo muy claro: disminuir la violencia; especialmente la que está dirigida en contra de las mujeres y del territorio. Desde el año 2007 es representante de la asociación Minga Mujer, pero trabaja allí desde el 2000 con mujeres de Caloto, Guachené, Villa Rica y Puerto Tejada. También, trabaja con la Red de Mujeres del Norte del Cauca (REDMUNORCA) y la Red de Organizaciones Defensoras de Derechos Humanos, Territoriales y Ambientales del Norte del Cauca (REDODEN). En esta última, líderes y lideresas han trabajado en el fortalecimiento de las prácticas y nociones de cuidado y autocuidado a través de la implementación de tres módulos que realizan periódicamente. “Es lo mejor que hemos hecho. Si yo me cuido, te cuido”. María Elsa y REDODEN quieren replicar sus módulos de cuidado y autocuidado con otras colectividades del territorio. Este trabajo está estrechamente relacionado con los riesgos en materia de seguridad que amenazan a lideresas y líderes sociales del norte del Cauca y de todo el país. Particularmente sobre las violencias contra las mujeres, María Elsa busca que REDODEN pueda atender a las mujeres que han sido víctimas, prestarles la atención necesaria sin ser revictimizadas en los trámites institucionales, y formarlas en autocuidado para la prevención de estas violencias.
Ella reconoce que el territorio y las personas que ejercen liderazgo están siendo amenazados, y que las violencias contra uno y otras son inseparables. Por esto, entre sus luchas en el trabajo con las distintas organizaciones destaca la búsqueda por la soberanía alimentaria. Con esto en mente, ha impulsado la implementación del Acuerdo de Paz y, para ello, ha logrado poner el foco institucional sobre el Norte del Cauca. Es enfática, sin embargo, en que la implementación del Acuerdo debe ser territorial; en los términos de las necesidades de la gente, especialmente de las mujeres. Mediante este trabajo de territorialización del Acuerdo y la implementación del Programa de Desarrollo Territorial (PDET) en su región, María Elsa tiene la intención de proteger e impulsar las prácticas de las diversas comunidades del Norte del Cauca en materia de producción de alimentos y de economía del cuidado. Así pues, ha dirigido sus esfuerzos a superar estas problemáticas porque es testigo del despojo que han sufrido las comunidades de la relación que mantenían con el territorio. “Nos quitaron la soberanía alimentaria, porque estos territorios eran ricos. No es solo lo que comemos, es nuestra fuente de ingresos”.
Para liderar las acciones dentro de estos procesos sociales, María Elsa reconoce la importancia de la participación en los espacios democráticos y de toma de decisiones, la necesidad de la articulación institucional, la importancia de tejer redes comunitarias, la educación como un medio de poder para la gente, y el valor del arte. Por esto, también promueve la paz, el cuidado del patrimonio natural y el respeto a la mujer en las letras del grupo musical Dejando Huella, el cual dirige y con el que ha participado en dos ocasiones en el festival Petronio Álvarez en la ciudad de Cali. El trabajo de María Elsa como defensora, educadora, mujer y aprendiz es incansable y continúa aportando a la construcción de paz y reconciliación en el Norte del Cauca.
“Estudiar casi a los cincuenta años fue una experiencia muy bonita; uno cree que no tiene nada más para dar, pero todo lo que aprende le sirve en algún momento de la vida”.